Alimentación, exclusión y enfermedad: respuestas locales frente a los desafíos crónicos de salud en el suroccidente de Guatemala

Resumen (Español)

En el suroccidente de Guatemala, particularmente en el departamento de Suchitepéquez, se vive una profunda contradicción entre la riqueza agroproductiva y la precariedad en salud y nutrición de su población. Mi ponencia propone un análisis antropológico sobre cómo las transformaciones alimentarias, las condiciones laborales en los monocultivos (caña, palma africana y banano), y la falta de acceso a servicios de salud y educación en salud inciden directamente en el aumento de enfermedades crónicas como la diabetes mellitus y la enfermedad renal crónica (ERC).

La región enfrenta un cambio drástico en las dietas tradicionales, desplazadas por alimentos ultraprocesados, altos en azúcares, grasas y sodio, de bajo costo y alta disponibilidad, en contraste con la limitada oferta de alimentos frescos y nutritivos. A esto se suma el acceso restringido a servicios de salud preventiva, controles médicos periódicos y educación nutricional, especialmente en comunidades rurales. Las largas jornadas de trabajo bajo el sol, sin hidratación adecuada,consumo de farmacos autorecetados por los dolores provocados por el exceso de trabajo y la mala alimentación para resistir el trabajo de campo y con exposición prolongada a agroquímicos, elevan el riesgo de enfermedad renal crónica no tradicional, como ya se ha documentado en otras regiones de Mesoamérica.

Según datos del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), Guatemala reporta aproximadamente 5,000 nuevos casos de enfermedad renal crónica al año, muchos de ellos en regiones agrícolas.
En Suchitepéquez, clínicas y hospitales reportan un aumento sostenido de pacientes en etapas avanzadas de ERC, especialmente hombres jóvenes que laboran en caña y palma. La carga económica y emocional sobre las familias es inmensa, en un contexto donde los servicios de hemodiálisis son escasos, costosos o distantes.

Esta ponencia propone que el abordaje de estas enfermedades debe ir más allá del enfoque biomédico, incorporando perspectivas antropológicas que analicen las desigualdades estructurales, los saberes locales, las formas de organización comunitaria y en especial las prácticas alimentarias; las cuales durante más de 5 años he estudiado con más de 150 pacientes ya diagnosticados y otros tantos más que han logrado salvarse de un diagnostico fulminante. Mis estudios nos llevan a datos que nos puedan diseñar respuestas culturalmente pertinentes y sostenibles para enfrentar esta crisis de salud silenciosa.