Nuevas Metodologías Participativas para Fortalecer la Resiliencia Comunitaria: Experiencias de Diagnóstico en Comunidades Rurales y Periurbanas de Chile

Resumen (Español)

El artículo presenta una reflexión sobre la aplicación de metodologías participativas para fortalecer la resiliencia comunitaria en contextos rurales y periurbanos de Chile, específicamente en las localidades de Riñinahue (Lago Ranco) y Casablanca (Valdivia), en el marco del proyecto “Consolidando Comunidades Activas” desarrollado entre 2024 y 2025. A través de técnicas como el mapeo colectivo, el análisis documental y talleres participativos, se identificaron amenazas, vulnerabilidades y capacidades locales frente a emergencias y desastres. Este enfoque permitió comprender las dinámicas sociales y territoriales desde la experiencia directa de los habitantes, integrando el conocimiento técnico con saberes locales. En Casablanca, los principales riesgos fueron incendios forestales, derrumbes y accidentes vehiculares, exacerbados por la proximidad de plantaciones forestales y la deficiencia en infraestructura vial. En Riñinahue, los problemas se concentraron en inundaciones, deslizamientos y aislamiento territorial, acentuados por la baja conectividad, la precariedad del sistema de salud local y la dispersión poblacional. A pesar de estos desafíos, ambas comunidades evidenciaron una alta cohesión social y capacidades organizativas, reflejadas en comités de emergencia y centros comunitarios activos. El diagnóstico reveló la importancia de potenciar estos recursos mediante capacitación continua, digitalización y actualización de protocolos. Asimismo, se destacó la necesidad de incorporar prácticas culturales locales, como los saberes mapuche-huilliche en Riñinahue, para una planificación territorial inclusiva y situada. Las metodologías participativas permitieron no solo capturar la complejidad de estos territorios, sino también empoderar a las comunidades, promoviendo su participación activa en todas las etapas del proceso: diagnóstico, planificación e implementación de planes de acción. Además, estas prácticas fortalecieron el aprendizaje colectivo, fomentando una apropiación territorial crítica y consciente. El artículo subraya que la producción social del espacio no es neutra, sino el resultado de procesos donde convergen saberes, cultura, poder y acción colectiva. En este marco, las experiencias de Casablanca y Riñinahue ofrecen lecciones valiosas sobre cómo las comunidades vulnerables pueden ser protagonistas en la gestión de riesgos, cuando se les dota de herramientas participativas y se reconocen sus capacidades preexistentes. Finalmente, se propone que estas metodologías sean replicadas en otros territorios vulnerables, con una mirada que combine sostenibilidad, justicia territorial y fortalecimiento de las capacidades locales, consolidando así un enfoque transformador en la planificación y producción social del espacio y el ambiente.